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Mostrando entradas de marzo, 2011

Vivencias de Greta.

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Elegí un buen día para ir a la cafetería Paraíso a tomar café. Sentada en la minúscula mesa, al borde del paseo del acantilado ubicado en la parte alta de la ciudad. Me distraía observando el ir y venir de la gente moviéndose de un lado para otro, haciendo sus cosas, mientras me fumaba un aromático café creme holandés Encontrándome ensimismada en mis pensamientos, no noté la presencia del camarero que traía la tarta de manzana y el café largo que había pedido un momento antes. Reclamó mi atención amablemente y puso encima de la mesa lo que le había pedido. Amablemente le agradecí el servicio y me puse a remover el azúcar de la taza de café. Distraídamente removía parsimoniosamente el café con la pequeña cucharilla, mientras que al mismo tiempo, por encima de las gafas de sol, miraba de una manera indefinida hacia la escalinata que tenía enfrente. Me llamó poderosamente la atención alguien que bajaba la escalera. Lo contemplé extasiada disfrutándolo y siguiendo hasta e

Reflexiones de Greta.

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Justo en el preciso instante en que me senté delante del ordenador, lo primero que me vino a la mente fue una reflexión muy precisa: “que fácil nos resulta escribir sobre los demás y, que complicado cuando intentamos escribir cosas de uno mismo” Al recordar e intentar plasmar en el papel recuerdos y vivencias del pasado, el rubor nos recorre invadiendo las partes más intimas de nuestro ser, lo que nos hace sentir desvalidos y desprotegidos por hacer público nuestras cosas más personales. Pero soy de la opinión que secretos los justos. Aunque parezca una contradicción. La historia que es vivida en primera persona, la debe de narrar la afectada y no tercera persona que la puede desvirtuar. La que la vive debe tener el tacto suficiente para no involucrar, para que nadie salga perjudicado y pueda tener problemas por ello, pero al mismo tiempo que sea una historia lo más veraz posible. Toda historia buena o mala, intrínsecamente tiene algo que puede interesar y por tanto ayudar a los

Un corto comentario

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"El oficio de poeta no es mostrar caminos, sino ante todo despertar la nostalgia"

"Inequívoco"

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Le ordenaron subir un té a la habitación número siete. Mientras subía la escalera, se acordó de los comentarios que habían hecho por la mañana algunos compañeros. Comentaban que la Dama que se alojaba en la habitación número siete, era muy extraña y que estaba loca. Rara vez salía de la habitación. También decían que en la habitación, sólo se oían voces y extraños ruidos. Cuando llegó a la puerta, su respiración era entrecortada y su ánimo muy intranquilo, pensando en lo que podía encontrar allí. Temeroso, golpeó suavemente a la puerta. Desde su interior, una voz muy aterciopelada, le autorizó a entrar. Dentro de la habitación, la Dama le indicó que tenía que dejar la bandeja con el té, al lado de la máquina de escribir. Ipso facto el camarero entendió el grado de locura de la Dama. Era una escritora.