" Poema del hombre triste "
El hombre del corazón triste,
a la roja montaña subió.
¡ A la mágica montaña !
La que escucha, la que consuela.
La que en malos momentos, y en la pena,
ayuda en las sentencias de condena.
El hombre gritó,
gritó lo que le dolía.
Era un dolor de agonía,
que del alma le salió.
De entre los cardonales,
un suspiro se escapó.
De entre los tarajales,
una lágrima brotó.
El siroco enardecido,
con la noticia, al sabinar llegó.
La sabina, atormentada,
hizo suyo el gran pesar.
El árbol santo Garoé,
sin lágrimas se ha quedado.
Ha sido mucho lo que ha llorado,
por el pesar, del que se quedó sin fe.
Las retamas han perdido los colores,
vistiendo de luto a la primavera.
La pena, muy traicionera,
les causa muchos dolores.
La montaña, silenciosa,
como esfinge se ha quedado.
Mucho tiempo había pasado,
se estaba haciendo rocosa.
El hombre, siguió su camino,
con la mirada perdida.
El alma seguía sentida,
y renegaba del destino.
a la roja montaña subió.
¡ A la mágica montaña !
La que escucha, la que consuela.
La que en malos momentos, y en la pena,
ayuda en las sentencias de condena.
El hombre gritó,
gritó lo que le dolía.
Era un dolor de agonía,
que del alma le salió.
De entre los cardonales,
un suspiro se escapó.
De entre los tarajales,
una lágrima brotó.
El siroco enardecido,
con la noticia, al sabinar llegó.
La sabina, atormentada,
hizo suyo el gran pesar.
El árbol santo Garoé,
sin lágrimas se ha quedado.
Ha sido mucho lo que ha llorado,
por el pesar, del que se quedó sin fe.
Las retamas han perdido los colores,
vistiendo de luto a la primavera.
La pena, muy traicionera,
les causa muchos dolores.
La montaña, silenciosa,
como esfinge se ha quedado.
Mucho tiempo había pasado,
se estaba haciendo rocosa.
El hombre, siguió su camino,
con la mirada perdida.
El alma seguía sentida,
y renegaba del destino.
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