Se detuvo enfrente de la entrada del local y leyó el nombre: “La morada de las almas perdidas”. Después de emplear algún tiempo buscándolo, por fin lo había encontrado. Empezó a bajar los escalones con sumo cuidado, lentamente, llegándole a sus oídos con mucha intensidad, los acordes de “Sympathy for the Devil”. Le gustó mucho lo que oía. El tema de los Rolling Stones, siempre le había encantado. Era muy emblemático en su vida. La decoración y el ambiente de la sala la cautivaron, no había visto otra cosa igual en su vida. La diversidad y barroquismo de la gente era increíble. Le hacía sentirse como si estuviera viviendo otra vida diferente a la suya. Intuía que muchos ojos la miraban, pero todavía no se había acostumbrando a la penumbra y no visualizaba bien la procedencia de las miradas. Sintió una angustia vital, sintiéndose desamparada y abandonada lo que le provocó una gran inseguridad. Llevada por un impulso y con recelo se dirigió al sitio que creía más seguro dentro de la sala...