"La transformación de un paraguas" SÁBAD0S DE MERCEDES
Posiblemente no creerán lo que les voy a relatar, pero un error me ha cambiado la vida. Sin ambiguedad y sin complejos quiero contarles mi historia. Soy un paraguas tradicional y convencional: de copa negra y mango de madera. O si ustedes lo prefieren para identificarme mejor, los que usan predominantemente los hombres. Probablemente ya tendrán mi imagen en sus mentes.
Procedo de una zona muy lluviosa del norte del país, destacada por su catedral y universidad muy antigua. Evidentemente, como habrán leído, linaje no me falta. Por tanto puedo presumir de haber evitado que más de una cabeza de servidores de Dios y de docentes se mojara.
Mi original historia comienza en un paragüero donde reposaba y podía escurrirme el agua de mi tela. Mientras mi dueño, un cura de pueblo, compraba un rosario de nácar en la tienda. Durante la espera oí gente que se acercaba y entraba donde estábamos nosotros, dejando sus paraguas en el mismo sitio en el que me hallaba yo.
Por sus paraguas no parecía gente seria, más bien todo lo contrario algo vulgares. No se podía salir a la calle con semejante parafernalia de paraguas: de colores estridentes, llenos de dibujos y llevando publicidad. Parecían de otro lugar, probablemente estaban de vacaciones. Lo más curioso era su forma de hablar, con una cadencia muy particular. Pensé de dónde procedería ese acento tan meloso que jamás había escuchado.
Aún seguía con mis elucubraciones, cuando sentí que me sacaban del cacharro de una manera no muy ortodoxa, lo hacían zarandeándome de un lado para otro. Esas no eran las maneras de mi dueño, él era un ser muy cuidadoso y controlado. Ustedes ya saben como cuidan los curas sus maneras públicas, siempre procuran hablar mesuradamente y nunca hacen ningún aspaviento.
No salía de mi asombro cuando me percaté que me sujetaba por el mango , una mano que no era la de mi dueño, seguramente se había equivocado al recoger su paraguas al salir de la tienda. Lo más terrible es que no se había dado cuenta y no podía devolverme. Por otro lado, sinceramente lo digo, no había salido mal parado con la equivocación, pues de tener un simple paraguas anunciador, hora podía presumir de poseer uno serio y señorial.
Al día siguiente, mi nuevo dueño cogía el avión que le llevaría nuevamente a su tierra, las vacaciones habían terminado, pero se iba muy contento por lo bien que lo había pasado durante la semana en el norte, y encima tenía un estupendo paraguas nuevo.
Llevaba unos meses en la isla y cada día me sentía más identificado con todo lo canario, todo era muy peculiar y diferente a como lo había vivido anteriormente. Llovía muy poquito, eso es cierto, evidentemente no era el norte de la península, lo hacía lo justo para el mantenimiento de la flora y fauna. Me comentaron que las condiciones de vida para mí eran más duras, que llovía poco y que las islas eran algo secas. En parte tenían razón, pero la belleza que comtemplaba suplía cualquier inconveniente. Por otro lado, no me desagradaba la situación. La mayoría de los días son agradables, con vientos alisios y un solito muy bueno, que conforman un clima sin excesos y excelente para vivir. Pero tal vez lo que condiciona más mi forma de pensar actual, es haber visto como surge aquí la primavera. El júbilo y explosión de colores es algo extraordinario de contemplar, sin lugar a dudas, me transporta a unos niveles de tranquilidad inigualables. Mi idiosincrasia como paraguas se tambalea y ahora tengo el convencimiento de que en otra vida tuve que ser una flor. Empiezo a cuestionar mi utilidad como paraguas, me parece un contrasentido en estos momentos. El alma se me ha llenado de color, y pienso más como flor que como paraguas.
Comentarios
Gracias al bus.
Saludos :)))
Un saludo
Pues te quedó muy bien.
Un abrazo
Veo que arremetiste con lo del "Paraguas que quería ser flor" y te quedó fantástico el relato.
Salió ganando ese paraguas, seguro que lo pasa mucho mejor en Canarias que debe ser un hermoso lugar para vivir.
un abrazo
Un abrazo.
Maat
Bonita y bien montada historia y sutil la percepción que las caracteristicas de vida de los diferentes sitios pueden modificar los usos y costumbres de los objetos.
Un abtazo
Me encantó tu historia tanto que no veo el momento de ir por allí y también convertirme en flor. BUeno...seguro que me haré "FLOR" de vacaciones!!!
un abrazo.
Gracias por participar Balamgo
Sin lugar a dudas tu paraguas era muy sabio.
Muy buena descripción de las islas en pocas palabras dices mucho.
Besotes.
Paola.
ASI CREIA QUE IBAS ATERMINAR EL RELAT0 MIENTRAS TE TE L0 LEIA...
ME GUSTA MAS LA FL0RRRRRRRRR¡
SALUD0S, GRACIAS.
Un saludo de Mar
Muy bueno. Un saludo
Saludos,
Juanma
Me ha gustado.
muy original tu relato!
T dejo un saludo, desde Argentina
que bien cuentas esta historia del paraguas viajero.
Menudo cambio de clima, por eso queria ser flor, para estar siempre al sol disfrutando de esa primavera maravillosa, y no guardado en un paragüero.
Muy bonito relato.
Un besito
Un saludo.
Saludos y disculpas por la tardanza del comentario.
Saludos
Agradezco que pasaras por mi rincón.
He leído atentamente tu relato y, sinceramente, me ha parecido como un soplo de primavera. Excelente la oposición paraguas negro-flor.
Tuve la suerte de conocer Tenerife. Estuve 14 meses, lo que duró la mili, en la zona de La Laguna. Prácticamente me recorrí la isla en las largas marchas y maniobras. A pesar de esa circunstancia, siempre guardaré el hermoso recuerdo de la tierra y de la gente canaria - más bien, los "chicharreros".
Pienso que tenemos blogs muy coincidentes, hasta el formato. Volveré más a menudo.
Un abrazo.
Fantástico, deberías proponer el relato a Turismo de Canarias.