"Sábado literario"

"Una segunda oportunidad."
El siroco irrumpió en la isla de los volcanes con vientos de guerra, quebró con su fuerza arrolladora el sosiego y la paz de sus pobladores. Ya nada volvería a ser igual en sus vidas, desde ahora, siempre habría un antes y un después de la guerra.
Juan era un hombre sencillo, buena persona, incansable trabajador de sus tierras que las disfrutaba con verdadera veneración. Nunca hubiera pensado que ese día, iba a ser uno de los peores que le tocaría vivir. Desde muy temprano limpiaba de rastrojos el arenado de la gavia, cuando vio a su primo Perico que se aproximaba moviendo exageradamente los brazos. Al llegar a su altura, le preguntó el motivo de tanto aspaviento. Perico le comentó que había llegado un bando militar reclutando a casi todos los hombres del pueblo, pues en España había estallado la guerra.
Tomó consciencia plena de la situación, al verse en la explanada del muelle con una infinita tristeza en el corazón, reflejando en su cara incertidumbre por lo que sucedía y cargando el hatillo con sus sueños y sus pocas pertenencias. Observó las caras de los más próximos, y vio que todos estaban resignados con su suerte y preparados para el inminente embarque. La travesía hasta la península fue muy dura, y la duración del viaje parecía que no tenía fin. Todos aguantaron estoicamente sin ningún tipo de queja, prácticamente sin comer ni dormir apenas, aguantando la incomodidad de ir hacinados como si fueran sardinas en lata.
Después de muchos días de navegación, llegaron al centro de ubicación de la tropa; sucios, extenuados y sin noticias de nada de lo que ocurría. Desconocían hasta lo más esencial, cuál sería su futuro más inmediato. Pasados unos días, tuvo la oportunidad de visitar un mercado de abasto que se encontraba cerca de su acuartelamiento. Le llamó poderosamente la atención ver a un señor mayor que portaba una jaula con un pajarito saltando dentro, cuya misión era elegir y sacar con el pico de entre muchos rollitos de papel; uno al azar que contenía un mensaje para la persona que había pagado por verlo. Juan se acercó y le tendió la mano con la moneda que le costaba la petición. A la orden de su dueño, el pajarito agarró uno de los rollitos de papel con su pico y esperó a que el peticionario lo cogiese. Abrió con gran nerviosismo y curiosidad el rollito de papel, pudiendo leer su contenido: “Enhorabuena, la vida te sorprenderá con una segunda oportunidad”.
Pasados unos días, se enteraron que eran tropas de refresco para el Frente del Ebro y que no tardarían mucho en incorporarse a su destino. Las pocas noticias de las que llegaban del Frente no eran muy alentadoras, siendo los combates muy encarnizados y el número de bajas muy elevado.
Su compañía se incorporó a su destino un día veinte de Julio, entrando en la batalla unos días más tarde. Pasado algún tiempo en combate, un día Juan se despertó en un hospital. Sólo recordaba verse en una trinchera en compañía de varios compañeros, cuando algo explotó cerca de ellos. La explosión le produjo una herida en la mano derecha, pues le había llegado metralla y había alcanzado parte de sus dedos.
Semanas más tarde, se encontraba rumbo a su tierra añorada, todavía convaleciente y liberado de la guerra. En su expediente hospitalario el diagnóstico de baja médica era el siguiente: “Soldado inútil para el combate debido a la pérdida parcial del dedo índice, no siendo apto para el frente de guerra debido a su incapacidad de apretar el gatillo de un fusil”.
Puedes leer más relatos en el blog:
http://blogdemjmoreno.blogspot.com/
Juan era un hombre sencillo, buena persona, incansable trabajador de sus tierras que las disfrutaba con verdadera veneración. Nunca hubiera pensado que ese día, iba a ser uno de los peores que le tocaría vivir. Desde muy temprano limpiaba de rastrojos el arenado de la gavia, cuando vio a su primo Perico que se aproximaba moviendo exageradamente los brazos. Al llegar a su altura, le preguntó el motivo de tanto aspaviento. Perico le comentó que había llegado un bando militar reclutando a casi todos los hombres del pueblo, pues en España había estallado la guerra.
Tomó consciencia plena de la situación, al verse en la explanada del muelle con una infinita tristeza en el corazón, reflejando en su cara incertidumbre por lo que sucedía y cargando el hatillo con sus sueños y sus pocas pertenencias. Observó las caras de los más próximos, y vio que todos estaban resignados con su suerte y preparados para el inminente embarque. La travesía hasta la península fue muy dura, y la duración del viaje parecía que no tenía fin. Todos aguantaron estoicamente sin ningún tipo de queja, prácticamente sin comer ni dormir apenas, aguantando la incomodidad de ir hacinados como si fueran sardinas en lata.
Después de muchos días de navegación, llegaron al centro de ubicación de la tropa; sucios, extenuados y sin noticias de nada de lo que ocurría. Desconocían hasta lo más esencial, cuál sería su futuro más inmediato. Pasados unos días, tuvo la oportunidad de visitar un mercado de abasto que se encontraba cerca de su acuartelamiento. Le llamó poderosamente la atención ver a un señor mayor que portaba una jaula con un pajarito saltando dentro, cuya misión era elegir y sacar con el pico de entre muchos rollitos de papel; uno al azar que contenía un mensaje para la persona que había pagado por verlo. Juan se acercó y le tendió la mano con la moneda que le costaba la petición. A la orden de su dueño, el pajarito agarró uno de los rollitos de papel con su pico y esperó a que el peticionario lo cogiese. Abrió con gran nerviosismo y curiosidad el rollito de papel, pudiendo leer su contenido: “Enhorabuena, la vida te sorprenderá con una segunda oportunidad”.
Pasados unos días, se enteraron que eran tropas de refresco para el Frente del Ebro y que no tardarían mucho en incorporarse a su destino. Las pocas noticias de las que llegaban del Frente no eran muy alentadoras, siendo los combates muy encarnizados y el número de bajas muy elevado.
Su compañía se incorporó a su destino un día veinte de Julio, entrando en la batalla unos días más tarde. Pasado algún tiempo en combate, un día Juan se despertó en un hospital. Sólo recordaba verse en una trinchera en compañía de varios compañeros, cuando algo explotó cerca de ellos. La explosión le produjo una herida en la mano derecha, pues le había llegado metralla y había alcanzado parte de sus dedos.
Semanas más tarde, se encontraba rumbo a su tierra añorada, todavía convaleciente y liberado de la guerra. En su expediente hospitalario el diagnóstico de baja médica era el siguiente: “Soldado inútil para el combate debido a la pérdida parcial del dedo índice, no siendo apto para el frente de guerra debido a su incapacidad de apretar el gatillo de un fusil”.
Puedes leer más relatos en el blog:
http://blogdemjmoreno.blogspot.com/
Comentarios
Me gustó el clima de incertidumbre que sobrevoló el relato; la guerra debe ser eso también, angustia e incertidumbre.
un abrazo
Un dedito mas o menos, no importa, pero volver a casa, liberado de bombas y batallas, menuda suerte.
!!Que listo el pajarito!! jajajaja
Un besito
PD: Intento votarte en el SMS, pero no te encuentro.Hay tantos...
A Juan le resulto cierta la segunda oportunidad, otros...
Has relatado un escenario bello y sosegado, una angustia, la incognita antes del combate, el frente, y perder un dedo, ya firmarían muchos. Bsito
Una gran historia, felicidades.
con cariño
Mari
Me ha gustado tu relato.
Besitos
Me ha gustado.
Un abrazo.
Eso si que es tener una segunda oportunidad de vivir y de disfrutar de lo realmente importante.
Un beso de Mar
Hay otras guerras que mutilan la razón y esas si que no tienen vuelta atrás.
Un beso
p.d.
al nombrar el frente del Ebro,recuerdo un chiste seguramente de mal gusto, de cuando los italianos vinieron a auxiliar a Franco, y que al grito de italianos a los cañones...ellos decìan entender... italianos a los camiones, y para allà corrìan...en fin...
abrazos
Ah, osea que lo de las galletas de la suerte se llaman canarios mensajeros, jeje.
Buena historia, una segunda oportunidad.
Tu relato me ha emocionado especialmente. Mi abuelo también estuvo en la batalla del Ebro, se llamaba como tu protagonista. Iba en retaguardia, recogiendo heridos. No sería él quien lo llevó al hospital de campaña; pero ¿quién sabe?.
Buen fin de semana
Una historia preciosa
Un beso
Y muy buena también tu entrada de la ausencia de libros, fuente de conocimiento. Tiempo al tiempo, con la introducción del libro digital esto está al llegar... Ves? Me he convertido en pajarito.
Buenfinde.
Lo que màs me sorprende y me alivia en tu relato, es que el motivo, que le ha librado a tu personaje de un infierno, se aparentemente algo muy nimio.
Sì que a mì me gustarìa, preguntarle a un pajarito, en una jaula.
Muy bonito.
Un saludo,
Tèsalo
Le cuesta el dedo índice (según viejas filosofías japonesas ese dedo está asociado con el miedo ;=)...)pero se libra de algo seguramente mucho peor...
¡Qué maravillosa segunda oportunidad, y con la figura de un pajarillo simbolizando un pequeño oráculo!
Me ha encantado leerte y ver en tu perfil que todavía estás en la tarea de descubrir "quién eres tú"...
¡Bienvenido al club, jajajajaja!
Un abrazo y encantada de conocerte, Balamgo.
Siempre un gusto leerte y compartir este paseo.
Un abrazo.
Ayer te he leído, pero estaba ya... justa de tiempo.
Me ha parecido un relato muy bueno, con un pajarito sabio.
La guerra; un buen tema para reflexionar.
Un abrazo
se dice que las armas n0 s0n nada sin un h0mbre que las active...n0 c0ment0 mas al respective...
per0 sí alg0 que dice que en mi tierra, a la sazn zam0ra, nunca entr0 en guerra, vam0s que n0 hub0 cmbates...per0 sabes, aqui ese papel de tendras 0tra 0purtunidad se referia a l0s murt0s que hub0 debid0 a la represi0n...
distintas suertes, verdad, balang0?
ahh, n0 s0y ni much0 men0s un revisi0nista de la guerra...etec...simplemente hag0 este c0mentari0
un bes0.