El árbol de Ardilla Roja En el supermercado, el carro de la compra empujado por dos manos firmes enfilaba el pasillo con determinación. La persona que lo guiaba sabía lo que buscaba, lo tenía muy claro, sus deseos no eran ambiguos; iba a comprar fruta. Le apetecía comer fruta, por tanto se dirigía al expositor de la fruta. Al llegar a él, se paró y con mirada escrutadora e intensa, hizo un primer análisis de lo que veía: toda la fruta estaba muy apetecible. Pero su mirada se detuvo en lo que tenía en la mente: una hermosa manilla de plátanos. ¡Eran una maravilla de plátanos! Como los había imaginado: grandes, gordos y bien proporcionados. Se atrevió con las yemas de los dedos a tocar uno; lo encontró duro y consistente. Aún no estaban maduros, pero se conservarían mejor. No le gustaban los plátanos fofos. Los prefería tal como estaban, duros y todavía verdes. Pasados unos días, estaran maduros. Leyó la pegatina que tenía pegada la manilla, se tranquilizó y relajó eran de Canarias. S...
Comentarios
um abraço
oa.s
Podemos levantar los muros encalados y alegres, nos debemos ese esfuerzo o bajamos los brazos.
Es una apuesta.
A veces es bella la hecatombe, fascina.
Insisto, me encanta tu imagen a lo Bogard, con o sin cigarrillo.
Buen finde!!
abrazos
Muy buen poema, tiene filo, que trae nostalgiosas reflexiones.
Felicitaciones y un gran abrazo
un abrazo.
Otras, es como si imaginara que siempre estuvo así, que nunca fué habitada.
Me ha impactado la foto, ha sido como si ya conociera el lugar, la casa... un saludo
Precisa fotografía.
Un abrazo.
Un abrazo