Don Dimas
Don Dimas era un hombre muy educado. De gran cultura, correcto en el trato, esmerada educación, y muy amable con todo el mundo. Nadie podía decir que lo había visto alguna vez, con malas maneras ni soltando ningún exabrupto.
Últimamente, Don Dimas no era muy dichoso con su comportamiento. No entendía lo que le estaba ocurriendo desde hacía unos meses. Su proceder y forma de comportarse, no eran propios de la educación que había recibido y de lo orgulloso que se sentía por ello.
Lo curioso de la situación, es que mentalmente seguía pensando correctamente como antes. Aparentemente continuaba siendo el mismo, pero no había manera de controlar los gestos de su cara, ni gobernar sus brazos y piernas que no le obedecían. Lo que más le molestaba de la nueva situación, era oír cómo le tachaban de loco agresivo y persona nociva cuando pasaban por su lado.
No le iban a creer y por tanto se ahorraba el dar explicaciones de lo que le sucedía, del por qué al cruzarse en la calle con gente conocida, utilizaba profusamente contra ellos un lenguaje soez, gestos obscenos y violencia física. Todas las cosas que había repudiado y odiado en su vida las soportaba estoicamente horrorizado y muy avergonzado, pero no las podía evitar.
Pasado algún tiempo, vagaba en soledad por las calles, sufriendo y rumiando su desgracia que nadie comprendía. Al mediodía, con un sol de justicia y por el medio de la calle, deambulaba sin rumbo fijo. Instintivamente se paró en seco en mitad de la vía, observó detenidamente la sombra de su propia silueta que se reflejaba en el suelo. Se quedó anonadado. No era su sombra, él nunca había utilizado un sombrero de Panamá.
Comentarios
ingenioso, te mando un gran abrazo
Un abrazo.
Tu cuento me recordó bastante a aquella tesis, una confusión en el nombre, las características y la imagen. Quizá dejándonos ver algo todavía más allá.
Buen cuento. Buen día.
Hasta otra,
Por el Arlequín Fantasma.
Qué desesperación, no quiero ni ponerme en la piel de ese buen hombre. Lo malo de las degeneraciones mentales es que, a veces, te pillan con momentos de lucidez y eso resulta aún más desequilibrante.
Tu relato es desconcertante.
La carne se rebeló ante el espíritu, no se me ocurre otra cosa.
Gran blog, me gusta como escribís, mucho.
Saludos.
Ánimos Dimas, no estás solo.
Un relato en la línea de lo inquietante mirando para adentro en medio de la calle. !Salve!
Abrazo
Fantástico relato!
oa.s
www.hablaspalabras.blogspot.com
Un beso!!
Abrazos!!!